"De la Monarquía" de Dante
Al igual que
muchos autores de su época, Dante al escribir el tratado “de la Monarquía”
quiere contribuir a erradicar el caos político imperante en su época. Se podría
decir que es un tratadista circunstancial. Aunque sus obras son consideradas
predominantemente literarias y poéticas, también trata temas filosóficos y en
este caso políticos. El libro está escrito bajo la visión medievalista
teocéntrica muy influenciada por Aristóteles y Averroes. Escrito en latín e
impreso en Basilea en 1559, el autor expone con miras al Imperio Romano y bajo
la doctrina cristiana, su tesis primordial que trata sobre la legitimidad de
una monarquía que englobe a todo el género humano y que esté encaminada hacia
la felicidad.
· Autor y contexto:
Dante Alighieri
es considerado el padre de la lengua italiana y uno de los grandes de la
literatura universal. Nace en Florencia alrededor del año 1265 en el seno de
una familia noble, y muere en Rávena en 1312.
Durante este
siglo el contexto político de Italia estaba dividido en facciones que estaban
enfrentadas a raíz del control del Imperio Romano que involucraban a los dos
centros de poder: el papa y el emperador. Su obra política está fuertemente
marcada por su contexto histórico, y su implicación activa en la política.
Siendo adulto se
centra en la política, y se adscribe al sector de los llamados “güelfos
blancos”. A su victoria empieza a ocupar altos cargos en política. Cuando pero
cuando los gibelinos suben al poder es juzgado y condenado a pagar una multa.
Parte al exilio que durará hasta su muerte en Rávena a la edad de 56 años.
· Tema y argumentos:
Los principales grandes temas de los que trata el libro son:
-la aspiración
hacia la unidad política
-las
consideraciones entre la división de poderes: espiritual y secular
Para ello ahonda
específicamente en temas como la monarquía, la justicia y la paz universales,
ésta última como condición principal .
El tratado está
dividido en tres libros:
Primer libro:
Trata el tema de
la necesidad de la monarquía. Primeramente hará hincapié en la necesidad de que
los intelectuales compartan
Bajo la influencia
de Aristóteles, expone el principio de
razón y fin últimos, la causa eficiente[1],
vinculándola a la paz universal[2]
como principio necesario para elaborar sus posteriores argumentaciones sobre la
monarquía.
Citando la
“ética a Nicómaco” determina que dentro de la visión teleológica, los fines
individuales no son arbitrarios y que la perfección suprema del género humano
es la aprehensión alcanzada mediante un intelecto posible; sin embargo le añade
un matiz averroísta[3]: las
potencialidades universales solo se alcanzan con todo el género humano. Acudirá
a textos de la Biblia para respaldar su argumento de paz mundial como condición
necesaria para ésta actualización de las potencialidades del género humano.
Bajo estas
primeras consideraciones desarrolla el tema de la necesidad de la monarquía, y
lo que él denomina como “imperio o Principado Único” que sirve como instrumento
de guía para el bien del mundo, regular y regir los demás fines individuales.
Dante justifica
este régimen monárquico, en el que el Príncipe es elegido debido a sus virtudes
personales, en base a la visión aristotélica de la ordenación de las partes
hacia el todo, propiciando un bienestar, un orden y evitando la división. Éste
monarca se ocupará de las cuestiones comunes a la humanidad mientras que
defiende jefes menores en territorios desiguales. Este tipo de régimen que aúna
al genero humano se asemeja más a Dios en tanto que se agrega en un todo,
ejemplificándolo con el padre perfecto y el motor único aristotélico, y
favoreciendo así la libertad al asegurar el primer principio: la paz.
Segundo
Libro:
En este segundo
libro, Dante dará razones de la legitimidad y trascendencia histórica del
Imperio Romano.
Evoca la nobleza
como primer argumento para legitimarlo: “es el pueblo más noble”[4]que
precede a todos los demás. Se respaldará en textos literarios antiguos como
Virgilio o Tito Libio entre otros. Establece dos cosas que se enlazan bajo el
Imperio: que todo pueblo encaminado hacia el bien común tiene como finalidad el
derecho; y que el pueblo Romano al someter a todas las urbes bajo su único
mandato persigue el bien público.
Dante expone
que el fin para realizarse requiere de medios en los que
intervienen multitud de agentes, y que la naturaleza designa lugares a los
pueblos; entre las cuales resalta el imperio romano, que “está destinado por
naturaleza para imperar”.[5]
También ahonda en la cuestión de los juicios manifestados a los hombres a
través de la razón, en el cual ensalza el sentimiento patriótico; a través de la fe necesaria para la
salvación; en último lugar, los juicios ocultos de Dios, que se revelan de
manera simple, mediante ruegos o combates (cuidándose de obrar con
justicia). De esta forma, las victorias
del Imperio son entendidas como concesiones divinas que legitiman la
predominancia sobre los demás pueblos conquistados. Citando literalmente :“ El
pueblo que triunfó sobre los otros contendientes por el imperio del mundo,
triunfó ciertamente por juicio divino”.[6]
Tercer libro:
El tema a tratar
a lo largo de este tercer libro será la vinculación de la legitimidad del
imperio Romano con la voluntad divina, es decir que la monarquía universal que
Dante propugna como tesis fundamental de su obra política depende directamente
de Dios.
Introduce la
vinculación entre naturaleza y plan divino, que tiende a un fin. Tratará de
criticar argumentalmente las posiciones del Sumo Pontífice y los decretalistas;
alegando que: “se excluyen y deben ser excluidos quienes, cubiertos de plumas
de cuervo, se jactan de ser blancas ovejas del rebaño de Dios”[7]
puesto que sus sensualidad les condiciona. De este modo se centra en refutar
teorías papistas basadas en las Sagradas Escrituras, la mayoría
interpretaciones de versículos del Antiguo y Nuevo Testamento:
-En el génesis,
se refiere a dos luminarias, donde una (el sol) es mayor a la otra (la luna) donde
se interpreta que cada una de ellas es un centro de poder: secular y
espiritual. Lo refuta acudiendo a la distinción entre su ser, y su facultad.
-Otro argumento
sacado del texto de Moisés[8],
se basa en la herencia y linaje de Jacob, que de la misma forma que el
anterior, inflige uno fuerza sobre el otro
y uno antecede al otro. Argumenta que preceder en el tiempo no explica por
extensión preceder en autoridad.
-Del texto del
primer libro de los Reyes[9],
invocan la deposición de Saúl por parte de Samuel, su nuncio; que como explica
es un mero mandatario de Dios, no se extrae de esta cita el que sea un vicario,
que tenga un poder autónomo con capacidad para legislar y aplicar la
jurisprudencia.
-En la misma
línea, aporta argumentos y contraargumentos de textos y pontífices, como la
famosa doctrina de las “dos espadas”[10]
encomendadas a Pedro. Negando sus sentido metafórico en cuanto a los dos
regímenes.
-Sucede lo mismo
al relacionar la historia del imperio romano con el papado y la concesión de
Constantino a través del Edicto de Milán, que consolida el poder espiritual.
Como a nadie le es lícito desempeñar actos contrarios a su función, “no le es
lícito tampoco al Emperador dividir su Imperio”.[11]
Por todo ello
extrae que la autoridad del Imperio es entonces independiente de la esfera
espiritual controlada por la Iglesia. El poder al que se refiere en todos los
textos anteriores extraídos de las Sagradas Escrituras evidencia únicamente la
autoridad en el reino de los cielos.
Tras esto reitera
de nuevo la primera tesis: que el Principado solo depende inmediatamente de “la
cumbre de todos los seres, que es Dios”.[12]Para
Dante el hombre se encuentra en el punto medio de su doble condición, entre lo
corruptible del cuerpo y lo incorruptible del alma; que tiene también un doble
fin adecuado a cada una de sus naturalezas: la felicidad de la vida terrena a
la cual se llega mediante preceptos filosóficos y la felicidad de la vida
eterna mediante preceptos espirituales. Para ello se necesitan ambos núcleos
que sirvan de guía para alcanzar la felicidad : la vida eterna, y las
condiciones de paz y libertad terrenales.
Esto no quita que
el Monarca no pueda criticar el orden papal, sino que en última instancia “la
felicidad mortal está en cierto modo ordenada a la felicidad inmortal”[13]
· Conclusión:
La obra aborda
un tema recurrente en la época, el monarca universal que argumenta bajo los
principios aristotélicos y averroístas; y siempre bajo la mirada y desde la
perspectiva cristiano medieval. Sin embargo es la semilla de un pensamiento que
se repetirá en otros autores medievales, pone en duda actuaciones meramente
criticadas hasta la época como es el intrusismo de la Iglesia en el ámbito
terrenal; o refutaciones a interpretaciones papales sobre versículos de la
Biblia. Es un texto transgresor en muchos aspectos, político de circunstancias
y partícipe de una crisis que sucederá durante y posteriormente: la
secularización de los estados; que bajo la perspectiva de autores filósofos
como Leo Strauss, supone el inicio del
desarrollo de la Época Moderna.
[1] Libro I, cap. 3
[2] Libro I, cap. 6
[3] “del alma”
[4] Libro II, cap.3
[5] Libro II, cap. 7
[6] Libro II, cap. 9
[7] Libro III, cap.3
[8] Libro III, cap.5 basado en el Génesis, XXIX, 34.
[9] I Reyes, X, 1.
[10] S.Lucas, XXII,18.
[11] Libro III, cap. 10
[12] Libro III, cap. 13
[13] Libro III, cap. 16
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